Postre típico de Asturias, según la historia que cuenta la Confitería Rialto, la receta de los Moscovitas llegó directamente de la ciudad a orillas del Moscova. Pero el camino no fue ni recto ni rápido. Llegó de la mano de uno los niños de Rusia exiliados a la Unión Soviética que, a la edad de trece años, llegó a la capital rusa desde Asturias.
Una vez allí tuvo la suerte de evitar el frío trabajando en el horno de un obrador próximo a la Plaza Roja. Un día, el encargado del establecimiento regaló al joven asturiano una matrioshka en cuyo interior había un texto escrito en alfabeto cirílico. Con el tiempo, aquel niño volvió, ya mayor, a Asturias y recuperó los lazos de amistad con sus paisanos, entre ellos el abuelo del hoy responsable de la Confitería Rialto, Francisco Gayoso, quien recibió como presente aquella muñeca y aquel trozo de pergamino dentro. El texto resultó ser, previa traducción, una receta de los hoy preciados Moscovitas.
Una vez allí tuvo la suerte de evitar el frío trabajando en el horno de un obrador próximo a la Plaza Roja. Un día, el encargado del establecimiento regaló al joven asturiano una matrioshka en cuyo interior había un texto escrito en alfabeto cirílico. Con el tiempo, aquel niño volvió, ya mayor, a Asturias y recuperó los lazos de amistad con sus paisanos, entre ellos el abuelo del hoy responsable de la Confitería Rialto, Francisco Gayoso, quien recibió como presente aquella muñeca y aquel trozo de pergamino dentro. El texto resultó ser, previa traducción, una receta de los hoy preciados Moscovitas.
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